Nota sobre producción y empleo. Junio 1 de 2021.
- Abril registró una caída de la actividad económica desestacionalizada de -1,3% respecto al mes previo.
- La actividad del primer cuatrimestre es un 3,5% superior a la del mismo período de 2020.
- Se ha recuperado la mitad de los empleos perdidos en la crisis.
- Las personas que buscan empleo o que declaran estar dispuestas a trabajar sumaron 2,14 millones en el trimestre febrero-abril.
- La tasa de desocupación alcanzó un 10,2% y la tasa de desempleo total alcanzó un 21,2%.
1. La variación del Índice Mensual de Actividad Económica
El Índice Mensual de Actividad Económica (IMACEC) publicado el 1 de junio registró para abril de 2020 una caída de -1,4% respecto a marzo, corregido de factores estacionales. Este nuevo dato negativo se agrega, vinculado a nuevas restricciones sanitarias, a la caída constatada en marzo (-1,3%), luego de un crecimiento mes a mes desde noviembre. La crisis del año pasado se concentró en un drástico desplome entre marzo y mayo (-14,6% acumulado respecto a febrero). Esta disminución de la actividad se debió a la suma de las restricciones de la oferta derivadas de las prohibiciones de desplazamiento y aglomeración y a las caídas en la demanda de consumo de los hogares, así como a la disminución tanto de la inversión privada como de la pública. La brusca recesión fue seguida de un repunte persistente durante nueve meses, hasta febrero de 2021.
El dato desestacionalizado de abril de 2021 es un -2,6% inferior al de febrero de 2020, el más alto registrado en la etapa previa a la crisis del coronavirus. En febrero de 2021 se había alcanzado el nivel de producción anterior a la crisis, pero las caídas de los dos meses siguientes han vuelto a crear una brecha con la situación previa.
En octubre de 2019 se había registrado la primera caída significativa de la actividad (-5,8% respecto a septiembre) desde la recesión de 2009, en el contexto de la crisis social iniciada el 18 de ese mes y de una disminución leve en el mes previo. No obstante, se produjo una rápida recuperación, como se observa en el gráfico 2. En febrero de 2020, en términos desestacionalizados la actividad ya volvía a ser cercana a la de agosto del año anterior, la más alta actividad mensual registrada hasta ahora.
El Banco Central presenta periódicamente la variación del IMACEC (Índice Mensual de Actividad Económica) comparando su valor del mes con el del año anterior. Esto no siempre es un modo relevante de evaluar el nivel de actividad, pues la base de comparación puede haber tenido una evolución fuera de tendencia. Para evaluar la evolución coyuntural, resulta más pertinente observar la variación respecto al mes previo, despejada de factores estacionales, y además comparar las tasas acumuladas de crecimiento en el año con las del período del año anterior.
Las cuentas nacionales muestran que se produjo en 2020 una caída de la actividad económica de -5,8%, luego de un crecimiento de 0,9% en 2019 y uno de 3,7% en 2018. La caída es muy superior a la de las dos más recientes recesiones, que registraron disminuciones del PIB de -0,4% en 1999 y de -1,6% en 2009. No obstante, es inferior a la de -11,0% de 1982, que se prolongó con una caída adicional de -5,0% en 1983. Junto a la que se produjo en 1975 (-12,9%), la de los años ochenta sigue siendo la peor depresión desde los años veinte del siglo pasado en Chile.
Se registró una caída desestacionalizada de -12,7% del PIB en el segundo trimestre, seguida por recuperaciones en los tercer (5,6%) y cuarto trimestres (6,4%). Las recuperaciones se explican por una relajación del control sanitario, transferencias de ingresos a una parte de los hogares y sobre todo por el retiro de los fondos previsionales a partir del 30 de julio y luego del 10 de diciembre de 2020, sumando a enero de 2021 un 12,2% del PIB, con la consecuencia que 2,9 millones de personas han quedado sin saldo en sus cuentas de ahorro previsional obligatorio. Esto empujó al comercio y permitió un mayor consumo de los hogares, que es el componente mayoritario de la demanda agregada, aunque del total mencionado un 7,6% del PIB se mantiene en instrumentos de ahorro y en cuentas corrientes, expresando una preferencia por la liquidez, y un 0,3% se utilizó en pagar deudas.
La demanda interna disminuyó en un -9,1% en 2020. Las más fuertes caídas se produjeron en el segundo y tercer trimestre, mientras en el cuarto trimestre la caída anual fue menor.
El consumo de los hogares se redujo en -7,5% en el año, con variaciones negativas durante los primeros tres trimestres y un fin de año con una tasa positiva. La crisis sanitaria impactó especialmente el gasto en restaurantes y hoteles, transporte y actividades culturales y de esparcimiento, así como, en menor medida, el consumo de bienes no durables como vestuario y combustibles. Esto fue compensado parcialmente por un aumento del consumo de electricidad, gas y agua, de alimentos y de productos farmacéuticos y para la limpieza. El consumo en bienes durables revirtió en el segundo semestre las caídas registradas en la primera parte del año, con un mayor gasto en celulares y computadores.
El consumo de gobierno se redujo en -3,9% por una baja ejecución presupuestaria, principalmente por la menor prestación de servicios de educación, contribuyendo a la recesión.
La formación bruta de capital fijo (FBCF) cayó en un -11,5%, todavía más que el consumo. El otro componente de la inversión, la variación de existencias, presentó una desacumulación con un ratio acumulado en doce meses de -1,2% del PIB. La construcción y otras obras cayó en -11,3%, mientras la inversión en maquinaria y equipos lo hizo en -11,8%.
Las actividades más afectadas en 2020 fueron los restaurantes y hoteles (-31,2%), el transporte (-17,5%), los servicios personales (-15,3%), la construcción (-14,1%), la pesca (-8,4%), los servicios empresariales (-4,4 %) y la industria (-3,0%). Tuvieron comportamientos positivos la administración pública (3,1%), los servicios financieros (1,7%), la minería (1,3%), las comunicaciones y servicios de información (0,6%) y los servicios de electricidad, gas y agua (0,2%).
Por su parte, en el primer trimestre de 2021 el PIB creció en 3,2% respecto al trimestre anterior, en términos desestacionalizados. Considerando el Imacec más reciente, la tasa acumulada de crecimiento en el primer cuatrimestre del año respecto al mismo período del año anterior es de 3,5%, todavía lejos del 7% o más de las diversas proyecciones para el año 2021, después de la caída de 5,8% del PIB en 2020. Estas proyecciones apuestan a una normalización en el segundo semestre por el avance de la vacunación contra el SARS-CoV-2.
Mientras, la recuperación de la economía se ha detenido, a pesar de la inyección de recursos por el tercer retiro de fondos de las AFP desde el 3 de mayo, cuyo volumen hasta ahora es del orden de 4% del PIB. La caída del empleo en febrero-abril y de la actividad económica desestacionalizada en marzo y abril no son buenas sino malas noticias. La evolución de la pandemia no augura un invierno de recuperación en materia sanitaria y económica.
3. La evolución del empleo
Gráfico 4: Ocupados y cotizantes (miles)
Gráfico 5: Número de ocupados y cotizantes menos respecto a enero 2020 (miles)
Personas ocupadas (miles)
Gráfico 6: Índices de producción (Imacec) y ocupación, trimestre móviles
4. La evolución del desempleo
Los desocupados que buscan trabajo sumaron 925 mil personas en el trimestre móvil febrero-abril, a comparar con los 681 mil en el mismo período de 2019 y a los 1,07 millones en el trimestre móvil junio-agosto, la cifra más alta durante la crisis de 2020. Se considera desocupadas a aquellas personas que no tuvieron una actividad remunerada en la semana anterior a la encuesta del INE y además buscaron un puesto de trabajo durante las últimas cuatro semanas.
La categoría de "inactivos potencialmente activos" es aquella que incluye a las personas que están dispuestas a trabajar, pero que no buscan activamente empleo. Esta categoría sumó otro 1,21 millón de personas, a comparar con los 721 mil hace dos años y a los 2,02 millones en el trimestre móvil terminado en junio de 2020 (ver el gráfico 6). Como señala el INE: "esta categoría está compuesta por personas que en su mayoría no estaban buscando un trabajo, pero estaban disponibles para trabajar, por tanto se convierten en potenciales entrantes a la fuerza de trabajo si es que las restricciones de movilidad debido a la pandemia se levantan o las expectativas de las personas por encontrar una ocupación mejoran."
Una manera amplia de cuantificar a los desempleados es la suma de los que buscan trabajo sin encontrarlo o bien que están disponibles para trabajar, cifra que alcanzó a 2,14 millones de personas en mayo, a comparar con la de 3,04 millones en julio de 2020, en el peor momento de la crisis.
La tasa de desocupación registrada alcanzó en mayo un 10,2% de la fuerza de trabajo (las personas ocupadas más las desempleadas que buscan trabajo), a comparar con 7,2% hace dos años. No obstante, si se considera no solo a las personas desocupadas y a las que buscan empleo sin encontrarlo, sino también a los "inactivos potencialmente activos", según el Instituto Nacional de Estadísticas la tasa de desempleo total alcanza en mayo un 21,2% de la fuerza de trabajo ampliada, a comparar con el 30,2% de mayo-julio de 2020 y el 14,1% registrado en el cuarto trimestre de 2019.
Gráfico 7: Desocupados y fuerza de trabajo disponible para trabajar
Gráfico 8: Tasa de desocupación y tasa de desempleo total (%)