Una aproximación a las brechas entre clases sociales y de género en Chile a partir de la Encuesta Suplementaria de Ingresos
Participación e ingresos por grupo de ocupación
Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas.
Los "directivos y gerentes" sumaron el 4,7% de los puestos de trabajo, con un ingreso promedio de la ocupación principal de 2,18 millones de pesos mensuales. Los "profesionales, científicos e intelectuales" representaron el 17,1% con un ingreso promedio de 1,35 millón de pesos mensual.
Este poco más de un quinto de los puestos de trabajo es la parte alta de la jerarquía de ingresos y de la toma de decisiones en las empresas y en la actividad profesional. Suele tener una mayor capacidad de ahorro y/o activos heredados que el resto de la sociedad y, por tanto, mayor capacidad de obtención de ingresos adicionales por rentas de capital. Se puede asimilar en la sociedad chilena a lo que un autor denominó las "clases creativas" (Florida, 2002), con un primer núcleo compuesto por ingenieros, arquitectos, diseñadores, educadores y artistas y un segundo núcleo compuesto por personas dueñas y/o gestoras de empresas, expertos legales y sanitarios, entre otros. En Chile, el segmento de profesionales ha aumentado su número y proporción en la población ocupada en los últimos cinco años, según se refleja en las encuestas de empleo del INE.
Sigue en la escala laboral el 12,5% del empleo constituido por "profesionales y técnicos de nivel medio", con un ingreso promedio mensual de 835 mil pesos. Luego se ubica el 5,0% de "personal de apoyo administrativo", con un ingreso promedio de 642 mil pesos mensuales y el de los "operadores de máquinas y ensambladores", que representa el 7,7% del empleo, con un ingreso mensual promedio de 619 mil pesos. Estos grupos de ocupación suman un cuarto del empleo total y pueden caracterizarse como categoría de grupos medios en términos de ingresos y roles en los lugares de trabajo.
Los “artesanos y operarios de oficio” representan el 11,9% del empleo y su ingreso medio es de 528 mil pesos, algo superior al ingreso mediano (502 mil pesos mensuales, con la mitad de los ocupados por encima y la otra mitad por abajo de ese valor). Luego sigue el primer grupo cuyo ingreso medio es inferior a la mediana, el de los "trabajadores de servicios y comercio", que constituyen el grupo ocupacional más numeroso, con el 20,1% del empleo y un ingreso medio de 467 mil pesos mensuales. El resto de los grupos de ocupación de ingresos inferiores a la mediana suma a los "agricultores, trabajadores agropecuarios y pesqueros", el 2,2% del total, con un ingreso promedio de 412 mil pesos mensuales, y a las "ocupaciones elementales", que suman un amplio 17,7 % del total y que registran un ingreso promedio de solo 380 mil pesos mensuales.
Grupos de ocupación según niveles de ingreso
Clasificamos a estos grupos en la categoría de ingresos bajos en la estructura laboral dado que sus ingresos medios van de 380 mil a 528 mil pesos mensuales y se sitúan cerca o debajo de la mediana de ingresos de los ocupados. Representan, en conjunto, el 52% de los puestos de trabajo.
Esa mitad y algo más de los ocupados que percibe ingresos bajos se desenvuelve en Chile en una situación de "precariado", siguiendo la conceptualización de Guy Standing (2013): "gente que tiene múltiples trabajos y, aún así, no llega a fin de mes: desde las personas becarias hasta a las migrantes en situación irregular". El trabajo informal y por cuenta propia y la baja cobertura de la negociación colectiva (del orden de 8% en 2021) y de la sindicalización de los asalariados (del orden de 17-22% en 2018-21) se asocian en Chile a este fenómeno.
Este ha ido adquiriendo cada vez más relevancia en las sociedades capitalistas modernas. El "precariado", bajo la forma de marginalidad e inserción intermitente en el mercado de trabajo formal, es de antigua data en las economías periféricas latinoamericanas, pero es de aparición más reciente en las economías centrales, como parte de la etapa actual de globalización del capitalismo financiarizado (Aglietta, 2019). Una de sus características es la mayor desconexión de la acumulación de capital respecto a la evolución de los niveles de ingreso y el consumo de los trabajadores en los espacios nacionales, contrariamente a la etapa "fordista" de 1950-1980, en la que, simplificando, "lo producido en las fábricas era comprado por sus trabajadores con los salarios que recibían". Esta articulación virtuosa de las condiciones de la producción y del consumo, históricamente parcial en la economías periféricas latinoamericanas, está hoy diluida en las cadenas globales de valor y en economías en que prevalece el empleo de servicios y una heterogeneidad y polarización del valor de mercado de la producción por hora trabajada y una amplia diferenciación salarial por múltiples factores presentes en la demanda y oferta de fuerza de trabajo (ver al respecto Lavetti, 2023).
4. Algunas conclusiones
El hecho estilizado principal que se registra, según los datos de la Encuesta Suplementaria de Ingresos del INE de 2022, es la inserción de los grupos de ocupación en alguna de tres categorías principales de ingresos (altos, medios y bajos, signadas por una homogeneidad básica y por sus tipos de roles diferenciados en la estructura productiva) que presentan una distribución porcentual en el total de la ocupación de tipo "20-25-55”. La estructura descrita de los grupos ocupacionales, con más de la mitad de las personas ocupadas recibiendo bajos ingresos y un cuarto de ellas pertenecientes a grupos medios que reciben ingresos también inferiores o cercanos a la mediana, ya sea que se trate de asalariados o bien de trabajadores por cuenta propia como ocupación principal, refleja la amplitud de la desigualdad de las posiciones sociales y sus respectivas remuneraciones. Esto tiene consecuencias tanto en la cohesión de la sociedad como en la articulación de las condiciones de la producción y el consumo y la creación de horizontes de inversión y expansión intertemporal del empleo.
Esta estructura de ingresos de la ocupación solo podría cambiar con una diversificación de mediano y largo plazo en la creación de valor en la producción y transformación sostenible de bienes, lo que requiere una mayor formación y calificación laboral que habilite aumentos de la productividad, junto a una mejor articulación con las cadenas globales de valor, especialmente en los insumos mineros e industriales para la electromovilidad y la producción de alimentos y productos forestales de calidad en condiciones de creciente cautela de los ecosistemas. Esto supone canales de financiamiento de largo plazo apropiados y servicios a la producción moderna avanzados. Simultáneamente, se requiere una expansión de la provisión de bienes públicos sociales y urbanos y una generalización de la negociación colectiva con titularidad sindical más allá de la empresa (por rama y/o territorio), con mayores ingresos de reemplazo provistos por los sistemas de pensiones, seguros de desempleo y de salud. Un ingreso mínimo universal (simplificando las transferencias a las familias y financiado con impuestos progresivos a los grandes patrimonios y rentas) debiera, además, asegurar una subsistencia básica a partir de la cual mejore la capacidad de negociación de los que viven de su trabajo frente a sus empleadores. La acción colectiva de los asalariados y políticas públicas activas siguen siendo una condición necesaria para lograr un régimen laboral en el que prevalezcan la formalización del empleo, salarios mínimos con una alta relación con el salario medio, remuneraciones que aumenten con la productividad del trabajo y formas más amplias de coparticipación en las utilidades ("gratificaciones"), junto a la generalización de condiciones correctas de seguridad e higiene en el empleo. De otro modo, la precariedad laboral y de inserción en el empleo, y la consiguiente inestabilidad social, seguirán marcando la evolución del país.
Referencias
Acemoglu, D. & Johnson, S. (2023) Power and progress: Our thousand-year struggle over technology and prosperity. Public Affairs.
Aglietta, M. (2019). Capitalisme: Le temps des ruptures. Odile Jacob.
Florida, R. (2012). The rise of the creative class revisited. Basic Books.
Lavetti, K. (2023). "Compensating wage differentials in labor markets: Empirical challenges and applications." Journal of Economic Perspectives, 37 (3): 189-212. DOI: 10.1257/jep.37.3.189.
Standing, G. (2013). El precariado, Una nueva clase social. Pasado y Presente.
Srnicek, N. (2018). Capitalismo de plataformas. Caja Negra Editora.