Actividad, empleo, inflación y remuneraciones a octubre de 2023
Estos apuntes de coyuntura económica hacen un seguimiento de los principales datos estadísticos a medida que se van publicando por los organismos oficiales, y luego alimentan los Informes trimestrales del Centro de Políticas para el Desarrollo, asociado al Magíster en Gerencia y Políticas Públicas.
1. Una actividad estancada
El Índice Mensual de Actividad Económica, corregido de efectos estacionales, registró en octubre una caída de -0,1% respecto al mes previo, después de un buen 0,6% en septiembre.
Por su parte, el promedio trimestral móvil desestacionalizado del Imacec respecto al período previo, indicador que aquí privilegiamos para observar la coyuntura, registró en agosto-octubre un estancamiento de la actividad económica. El PIB había crecido en 0,5% en el primer trimestre, cayó en -0,3% en el segundo y volvió a aumentar en 0,3% en el tercero.
De esta evolución resulta un Imacec promedio en los primeros 10 meses del año 2023 que es un -0,2% inferior al del mismo período de 2022. La economía chilena sigue situada en una perspectiva anual de estancamiento, o bien de una leve caída. En lo que va de año, la producción de bienes (incluyendo la minería, pero no así la industria) y de servicios ha sido levemente positiva, pero se ha producido una fuerte caída del comercio. En el mes esta actividad ha tenido, no obstante, un repunte. Este dato lleva a abrigar algún optimismo sobre el consumo de los hogares, cuya evolución positiva permitiría terminar el año sin una contracción mayor de la economía.
A esta evolución en 2023 no es ajena la secuencia de aumentos de la tasa de interés de política monetaria del Banco Central, que ha tenido efectos contractivos en la inversión y el consumo de las familias. Su consejo aceleró las alzas de la tasa de política monetaria con la llegada del nuevo gobierno y la llevó desde el 5,5% vigente en marzo de 2022 a un muy alto 11,25% en octubre de 2022, nivel mantenido hasta julio de 2023. Empezó a bajar la tasa recién en la reunión de agosto de este año, llevándola a 10,25%. Luego la llevó a 9,5% en la reunión de septiembre, a 9% en la de fines de octubre y a 8,25 en la diciembre. Pero sigue siendo una tasa injustificadamente alta, tanto desde el punto de vista del control de la inflación y del déficit de la cuenta corriente como de la evolución de la actividad y el empleo.
2. Una lenta tasa de creación de empleo
Según la encuesta de empleo del INE del trimestre móvil agosto-octubre, se registra un leve crecimiento de 0,1% en la creación de puestos de trabajo. La ocupación había aumentado en 0,9% en el primer trimestre de 2023 y en un 1% en el segundo trimestre, siempre respecto al trimestre previo y considerando los ajustes estacionales, mostrando un buen dinamismo. Este dio paso, sin embargo, a un estancamiento de la creación de empleo en el tercer trimestre.
El resultado anual es aún positivo, con un incremento de la ocupación de 2,1% en doce meses, que se ha traducido en la creación en un año de 184 mil nuevos empleos, siempre según la encuesta del INE. Pero no es un buen síntoma el que los trabajadores asalariados registrados en la Superintendencia de Pensiones (unos 5,698 millones en la actualidad, que han aumentado desde los 5,443 millones hace cuatro años, antes de la crisis del covid) hayan caído en -1,7% en un año (hasta agosto, según el último dato disponible). Desde enero pasado se han perdido unos 169 mil empleos de personas cuyos empleadores declaran cotizaciones. Estos habían crecido en 69 mil en 2022 y en 399 mil en 2021. Como el grueso de la creación de empleos según la encuesta del INE (menos precisa que el registro administrativo por el margen de error de toda encuesta) corresponde a la categoría de asalariados, entonces lo que habría no sería una pérdida de empleos de este tipo sino un aumento de la informalidad contractual. No obstante, la encuesta del INE registra una disminución de la informalidad de la ocupación. Esta discrepancia estadística está aún por ser aclarada, aunque el registro de agosto de ambas magnitudes de ocupados dependientes es similar después de un largo tiempo de divergencia.
El número total de ocupados ha empezado, siempre según el INE, a ser levemente superior al nivel previo a la pandemia solo en el primer trimestre de 2023, luego del buen ritmo de creación de empleo al alero de la expansión de la demanda interna en 2021, luego enfriado en 2022. Entre tanto, la población en edad de trabajar y la fuerza de trabajo han seguido creciendo a un ritmo superior al del empleo. Esto último explica que la tasa de desocupación, ajustada estacionalmente, se situara en agosto-octubre en un 8,9% de la fuerza de trabajo, un 0,1% superior que la del trimestre móvil anterior. Esta tasa es más alta que la de 8,6% del primer trimestre y que la de 8,4% del segundo trimestre del año en curso.
Este incremento se produce por un persistente mayor aumento en el último año de la fuerza de trabajo que el de la ocupación (denominador y numerador de la tasa de desocupación de la fuerza de trabajo, respectivamente). Con la aceleración de la economía desde mayo de 2021, se produjo la consiguiente vuelta de muchas personas a la búsqueda de una actividad remunerada, después de la contracción durante la pandemia. Este hecho positivo ha ocurrido recientemente, sin embargo, a un ritmo mayor que la creación de empleo, que ha sido dinámica pero menor al aumento de la fuerza de trabajo. Esto ha impactado negativamente en la tasa de desocupación y también en el número de personas desocupadas.
Sin corrección estacional, la tasa de desempleo alcanzó también en agosto-octubre un 8.9% de la fuerza de trabajo, igual que en el trimestre móvil previo. Hace un año, la tasa de desempleo sin corrección estacional alcanzaba un 8,0%. Antes de la pandemia (2019) era de 7,1% en el mismo trimestre y hace una década de 6,0%. El deterioro de la situación del empleo se traduce en una tasa de desempleo de la fuerza de trabajo del orden de 2% a 4% mayor que lo que se registró hace cuatro y diez años.
La recuperación del empleo no ha sido suficiente para volver a una tasa de ocupación de las personas en edad de trabajar del nivel previo a la crisis del covid. El "mercado de trabajo" tiene hoy una peculiar característica: desde la salida de crisis el país produce más que antes de su inicio (el volumen del PIB en términos reales es superior en más de un 7%) pero con una cantidad similar de trabajadores (poco más de 9 millones de ocupados). La creación de empleo solo podrá acelerarse con una mayor expansión productiva en el corto y mediano plazo.
Fuente: a partir de Instituto Nacional de Estadísticas.
3. Un alza del IPC de 0,4% en octubre
El IPC subió en octubre en un 0,4% respecto al mes anterior, menos que el 0,7% de septiembre. Se produjo de nuevo un impacto de los precios de los bienes con un importante componente importado, como el transporte, con alzas que vienen acelerándose desde julio. El IPC sin alimentos y energía no subió (0,0%) en octubre, mientras el IPC de los bienes transables internacionalmente aumentó a un ritmo mucho mayor, de un 0,7%.
Se debe poner la variación mensual en un contexto temporal más amplio para sacar conclusiones. El mayor impacto acumulado de aumentos de precios desde 2021 se ha producido en los de los alimentos y el transporte, por razones exclusivamente externas. La inflación en doce meses alcanzó un 5,0% y mantuvo su tendencia sistemática a la baja desde noviembre pasado. El peor momento fue la inflación anual de agosto de 2022, con un registro de 14,1%, después del inicio del brote inflacionario en enero de 2021 y de su aceleración por el impacto de la invasión a Ucrania un año después.
El dato más significativo a observar es el de promedios recientes del aumento del IPC, como el semestral, para evitar juicios en base a fluctuaciones puntuales de un mes u otro. En mayo-octubre de 2023, el IPC promedio fue de 3,0% anualizado, y de 1,5% sin alimentos y energía. Tanto el IPC general, el IPC sin alimentos y energía y el IPC de los bienes no transables internacionalmente muestran promedios semestrales a la baja. En cambio, el promedio semestral del aumento de los precios de los bienes importados ha vuelto a crecer desde agosto, luego de caídas de precios de los combustibles y los alimentos. En el primer caso, la caída se ha revertido por la coyuntura internacional reciente. En junio de 2022, el precio del petróleo Brent era de 120 dólares por barril, su mayor nivel en la salida de pandemia, luego bajó hasta 75 dólares un año después y ha subido a más de 90 dólares en septiembre y octubre. Los precios de los alimentos han seguido bajando. Pero la devaluación del peso (que pasó de 800 por dólar en junio a 926 en octubre), encarece todos los productos importados para el consumidor chileno, y también los que se producen con insumos importados.
El hecho esencial es que la inflación está en un rango semestral de 3% anual, y de 1,5% sin alimentos y energía, muy por debajo de la meta inflacionaria del Banco Central, que además se sitúa en un horizonte de 24 meses. Ninguna expectativa correctamente medible está anclada en una inflación futura alta. Los peligros en materia de precios vienen de hechos externos sobre los que la autoridad monetaria no tiene control. La conclusión es que se debiera bajar de manera más rápida la tasa de interés de política monetaria, que nunca debió llegar al nivel al que llegó, como lo hizo el consejo del Banco Central en agosto, septiembre y octubre, pero con una baja de solo 11,25% hasta 9,0%. El PIB y el empleo muestran signos de debilidad con una inflación interna bajo control, lo que requiere de un impulso monetario y fiscal que vuelva la economía a una senda de crecimiento. La política monetaria ha sido inútilmente restrictiva desde marzo de 2022, con una inflación interna inequívocamente decreciente, ya completamente normalizada en 2023.
IPC mensual general y subyacente, promedio semestral
Fuente: a partir de Instituto Nacional de Estadísticas.
4. Un reciente estancamiento de las remuneraciones reales
En octubre las remuneraciones reales cayeron en -0,2%. Si comparamos el promedio trimestral más reciente con el inmediatamente anterior, para así situar los datos puntuales en posibles tendencias más estables, las remuneraciones reales se mostraron estancadas en agosto-octubre respecto a julio-septiembre, luego de haber crecido en 1,9% en el primer trimestre, en 0,6% en el segundo y en 0,8% en el tercero, siempre respecto al trimestre previo.
Las remuneraciones reales mostraron en octubre un aumento de 3,5% interanual. Su disminución en la pandemia había sido relativamente leve, seguida de una recuperación dinámica hasta el primer trimestre de 2021. El brote inflacionario de 2021-2022 produjo, más tarde, una importante caída de las remuneraciones reales, que se revirtió en el año en curso a partir del reajuste del sector público de fines del año pasado, a pesar del estancamiento de fin de año.
El promedio del índice de las remuneraciones reales es en enero-octubre de 2023 un 1,5% superior al del mismo período del año pasado. Esto es positivo para los asalariados, pero también para la economía en su conjunto, pues contribuye al consumo de las familias, el principal componente de la demanda agregada, de la que depende en el corto plazo la producción y el empleo. La tendencia al estancamiento aparecida en el segundo semestre no se prolongará en el corto plazo, dado el reajuste de remuneraciones del sector público recientemente pactado por el gobierno con los sindicatos.
Fuente: a partir de Instituto Nacional de Estadísticas.
5. Comentario final
La revista The Economist puso en buen pie comparativo a Chile a nivel internacional en 2023, a pesar de un estancamiento del PIB. El desempeño económico reciente de Chile se resume en una caída del PIB similar a la América Latina en la crisis del Covid-19 (-6,1%) y superior a la de la U.E. y EE.UU. en 2020, un fuerte crecimiento liderado por la demanda interna en 2021 y un posterior ajuste recesivo que llevó a un menor crecimiento en 2022 y en lo que va de 2023. En 2022, el aumento del PIB de Chile (2,4%) fue menor que el del agregado mundial (3,4%) y el de América Latina y el Caribe (4,0%), aunque algo superior al 2,1% de Estados Unidos. En el trienio de salida de crisis 2020-2022, el crecimiento promedio del PIB de Chile es superior al del resto de las economías, explicado por el alto crecimiento de 2021 (11,7%).
No obstante, hay un énfasis en el análisis del semanario británico en el buen comportamiento de la bolsa y un análisis de la inflación simplista.
El Banco Central de Chile ha mantenido una política monetaria altamente restrictiva desde marzo de 2022, con grandes aumentos de la tasa de interés de política monetaria hasta 11,25%, lo que recién empezó a relajar poco a poco a partir de agosto pasado, como se reseñó, y mantiene en un 8,25%. La consecuencia es que creció muy poco la economía en 2022, ayudada por una política fiscal de fuerte ajuste a la baja, y se estancó en 2023. Esto ocurrió como respuesta equivocada a un fuerte crecimiento del PIB en 2021 por incremento de la demanda. Esa expansión era por una vez y no debía ser atacada como si fuera a persistir, y sin considerar factores de respuesta de la oferta que funcionaron bastante bien frente a la súbita presión de la demanda. Un ejemplo es el sector de servicios de comunicaciones, que se expandió mucho y al mismo tiempo bajó sus precios (ver la respuesta de la oferta y su incidencia en la desinflación en el caso de Estados Unidos en el texto de Mike Konczal, 2023). La presión de demanda era necesariamente temporal al agotarse el efecto en el consumo de los tres retiros de los fondos de pensiones y dado el fin de las ayudas por la pandemia, junto al efecto de los propios aumentos de precios en la pérdida de poder adquisitivo de los hogares. El aumento de los precios externos también tenía causas transitorias, como las restricciones parciales de oferta en la salida de la crisis del COVID y los efectos de corto plazo de la guerra de Ucrania en los precios de los alimentos y combustibles.
Se ha producido efectivamente una desinflación en 2023 en Chile. Solo que es como la del resto del mundo, sin nada mayormente distintivo, pero con un estancamiento del PIB. Según la CEPAL, la inflación de América Latina y el Caribe pasó de 8,2% en 2022 a 3,8% en 2023, con un crecimiento del PIB de 2,2%. En Chile la inflación anual pasó de 12,8% a 4,8% sin crecer.
¿Tenía sentido deprimir la demanda interna cuando el grueso de la inflación provino del impacto de los precios externos (ver el gráfico más arriba), primero al alza y luego a la baja desde mediados del año pasado? ¿Y afectar la creación de empleo? En Chile, es cierto, toda idea de pleno empleo ha sido abandonada. Se trata, sin embargo, un objetivo racional básico de una política económica orientada al interés general. Es el "síndrome del martillo" de Maslow: si tengo un martillo, entonces lo uso golpeando una y otra cosa y no solo clavos, en este caso aumentando la tasa de interés de manera desmedida sin considerar los efectos evitables en la actividad y en el empleo, martillando un brote inflacionario transitorio como si fuera permanente.
También cabe hacerse la pregunta que todo economista debe formular siempre: ¿a quienes favorecen o perjudican las medidas de política que se toman? ¿Quien se beneficia con una baja creación de empleo y una oferta amplia de fuerza de trabajo? ¿Los que viven de su trabajo o sus empleadores? Estos últimos son los que evitan, a través de un alto desempleo (8,9% de la fuerza de trabajo hoy) que los asalariados logren una mayor capacidad de negociación en el reparto del ingreso producido en las empresas. Esta es una de las claves de la desigualdad en la distribución de los ingresos en Chile, en beneficio de las utilidades de los poseedores del capital, junto a la baja participación de la mujer en el trabajo remunerado.
Y también es una de las claves la tendencia ortodoxa de la mayoría de los economistas chilenos de ajustar los choques que afectan a la economía manteniendo una demanda agregada insuficiente, cuyos efectos macroeconómicos afectan el crecimiento. En efecto, los ingresos de los asalariados se consumen casi en su totalidad, por lo que al ser más bajos en relación a los del capital no son un factor que empuje lo suficiente el dinamismo de la demanda internan y de la creación de empleo. Al no traducirse necesariamente los ingresos del capital en inversión doméstica y al mantenerse como ahorro en Chile o el exterior (las salidas de capital han sido significativas, compensadas en parte por la inversión extranjera), entonces esto se constituye en uno de los factores de contracción del crecimiento potencial de mediano plazo. Para lograr una mayor inversión autónoma de las empresas, se requiere de un horizonte de demanda suficiente en el mediano y largo plazo, constituido de manera predominante por el consumo de los hogares y el gasto corriente y la inversión del gobierno, de una manera compatible con las capacidades de respuesta de la oferta y los equilibrios fiscales y externos. La demanda externa, por su parte, es enteramente exógena y sus precios relativos dependen en parte del tipo de cambio. La política doméstica puede eventualmente ayudar a mantener un tipo de cambio más estable y competitivo, junto a una política de innovación y transferencia tecnológica más activa y un financiamiento de costo abordable, especialmente para las pymes, y de plazos más largos. Nada de esto puede dejarse solo a los vaivenes de los mercados (ver Michal Kalecki, 1990, y Stephen Marglin, 2021).
Índice trimestral desestacionalizado de los componentes de la demanda, primer trimestre de 2015=100
Autor responsable: Gonzalo Martner.
Referencias
Kalecki, M. (1990). Capitalism business cycles and full employment. Oxford-Clarendon, 1990.
Konczal, M. (2023). Supply-side expansion has driven the decline in inflation. Briefs, Roosevelt Institute, https://rooseveltinstitute.org/.../Supply-Side-Expansion...
Marglin, S. (2021). Raising Keynes: A Twenty-First-Century General Theory. Harvard University Press.