Informe de Coyuntura Económica, tercer trimestre de 2023

 1. De la dinámica salida de crisis al enfriamiento de la economía

El desempeño económico reciente de Chile se resume en una caída del PIB similar a la América Latina en la crisis del Covid-19 y superior a la de la U.E. y EE.UU. en 2020, un fuerte crecimiento liderado por la demanda interna en 2021 y un posterior ajuste recesivo que llevó a un menor crecimiento en 2022 y en lo que va de 2023

En la crisis pandémica, se produjo en 2020 en Chile una caída de -6,1% del Producto Interno Bruto (PIB), algo inferior a la de -6,8% de América Latina y el Caribe, pero superior a la de -5,6% de la Unión Europea y de -2,8% de Estados Unidos, así como también a la de -2,8% del agregado mundial, mientras en China se produjo un crecimiento de 2,2%, según los datos del Fondo Monetario Internacional. En 2021, en cambio, el crecimiento en Chile fue superior al del resto del mundo, empujado por un sustancial incremento del consumo de las familias. Las políticas monetaria y fiscal restrictivas en 2022 llevaron el aumento del PIB de Chile a 2,4%, menor que el 3,4% del agregado mundial y el 4,0% de América Latina y el Caribe, aunque algo superior al 2,1% de Estados Unidos. 


Fuente: FMI, World Economic Outlook Data Base.


2. Un crecimiento de la actividad económica de 0,3% en el tercer trimestre de 2023 y de -0,3% en lo que va de año

En julio-septiembre se registró un aumento del Producto Interno Bruto, descontando los efectos estacionales, de 0,3% respecto al trimestre previo, según la cuentas nacionales publicadas por el Banco Central. Se revirtió así la caída de -0,3% del segundo trimestre, en contraste con el aumento de 0,5% en el primer trimestre de 2023. Esta cifra inicial había alentado una previsión optimista para el año sobre la coyuntura, que luego se fue diluyendo. 

El crecimiento trimestral se debe a un buen comportamiento de las exportaciones, con un incremento real de 1,3%, y a una caída de las importaciones de -1,3%, lo que es coherente con la devaluación reciente del tipo de cambio. Por su parte,  la demanda interna cayó en -0,6%, aunque se produjo un aumento de 1,2% del consumo de las familias (explicado por el buen comportamiento de los salarios reales dada la desinflación ocurrida en 2023) y uno de 0,9% del consumo de gobierno. El efecto negativo lo produjo la caída de -2,2% en la formación bruta de capital fijo, con disminuciones de los niveles de actividad de un -0,4% en la construcción y obras y de -4,9% en la inversión en maquinaria y equipos.

En términos sectoriales, la producción promedio de bienes experimentó un aumento trimestral de 2%, siempre descontando los efectos estacionales. Se expandieron la agricultura, la minería, la industria (especialmente maderas, celulosa y productos químicos) y sobre todo la provisión de electricidad, gas y agua (con un gran aumento de 13,7%), mientras se produjo una caída productiva en la pesca y un nulo crecimiento en la construcción. El suministro promedio de servicios cayó en -0,3% en el trimestre. Hubo expansiones trimestrales en el comercio, los restaurantes y hoteles, las comunicaciones, los servicios de vivienda y la administración pública. En cambio, se produjeron caídas en el transporte, los servicios financieros y empresariales y los servicios personales.

La cifra del tercer trimestre equivale a un crecimiento del PIB de 1,3% en términos anualizados (la que sería la tasa anual de crecimiento si la economía se comportara como en el último trimestre registrado).  Pero aunque el dato del tercer trimestre marca una mejoría, el PIB de los primeros 9 meses del año 2023 es un -0,3% inferior al del mismo período de 2022.

Como se observa, no seguimos aquí la coyuntura a partir de la comparación del Imacec o el PIB trimestral en 12 meses. Se puede tratar de dos datos puntuales (el más reciente y el de hace un año), eventualmente alejados de la tendencia, que pueden llevar a conclusiones equivocadas. Nos fijamos, en cambio, en el dato despejado de los efectos estacionales que entrega el Banco Central, pero promediando el IMACEC en trimestres que se comparan con el anterior, lo que también hacemos con el PIB trimestral. Además, calculamos su ritmo anual, como se hace en Estados Unidos y Europa, y comparamos el Imacec promedio o el PIB trimestral de lo que va de año respecto al mismo período del año anterior.


Fuente: Banco Central de Chile.


3. Un IPC normalizado

La inflación en doce meses alcanzó en septiembre un 5,1%, aunque el registro mensual de 0,7% fue alto. El IPC anual mantiene una tendencia sistemática a la baja desde noviembre pasado. El peor momento fue la inflación anual registrada en agosto de 2022, un 14,1%, inmediatamente después del inicio de la guerra de Ucrania. Esta agravó la inflación de costos por los cuellos de botella de la oferta en diversas cadenas de producción mundiales en la salida de la crisis pandémica. Recordemos que se provoca un impacto alcista "de segunda vuelta", sobre todo en el caso de los combustibles, que son un insumo en la producción de todo tipo de bienes y cuya eventual alza termina por aumentar los costos y repercutir con mayor o menor intensidad en los precios de todos ellos (pues al menos requieren transporte). En mercados con demanda muy elástica al precio, el oferente puede decidir mantener sus precios o aumentarlos poco y disminuir sus utilidades para evitar disminuciones de ventas. Otra situación posible es la del aumento de los precios a consumidor más allá de los incrementos de costos, ampliando los márgenes empresariales, especialmente en los mercados oligopólicos (con pocos actores que dominan el mercado) con demanda poco elástica al precio.

Al evaluar la inflación, no obstante, un año atrás puede ser, como en el caso de la actividad y el empleo, una referencia algo lejana para el análisis de coyuntura. Por ello, para evaluar el ritmo de la inflación con una perspectiva más cercana en el tiempo, utilizamos aquí el promedio semestral del IPC mensual. Este registró en Chile en septiembre un aumento de 2,8% anualizado y de 2,2% sin alimentos y energía (el dato más reciente del semestre terminado en octubre es de 3% anual y de 1,5% sin alimentos y energía). Medida en promedios semestrales, la inflación general, y sobre todo la subyacente, ya está en un rango de aumento por debajo del 3% anual, que es la meta inflacionaria del Banco Central en un horizonte de 24 meses.

Tanto el IPC general, el IPC sin alimentos y energía y el IPC de los bienes no transables internacionalmente experimentan menores crecimientos desde mediados del año pasado, cuando se inició el proceso de desinflación de los precios externos, como se observa en el gráfico. Solo hay un factor preocupante, que es el aumento del promedio semestral de los precios de los bienes importados desde agosto (línea gris). Pero el promedio semestral de aumento de estos precios es muy inferior al del IPC general.


Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas.




4. Las remuneraciones reales mantienen una tendencia al crecimiento

El incremento del índice promedio trimestral de las remuneraciones reales fue de 0,8% en el tercer trimestre de 2023 respecto al segundo trimestre de este año. Había sido de 1,9% y 0,6% en los dos primeros trimestres, respectivamente. La variación anual real fue de 3,6% en septiembre, una buena cifra. Este índice es calculado mensualmente por el INE con una muestra de empresas de más de 5 trabajadores

Estos datos son positivos pues se habían producido caídas mensuales sistemáticas de las remuneraciones reales entre septiembre de 2021 y noviembre de 2022, las que fueron seguidas desde entonces de una tendencia al aumento. Esta fue simultánea a la desinflación que experimenta la economía chilena, de manera alineada con la desinflación internacional.

El brote inflacionario producto de la salida de pandemia en 2021 y la guerra de Ucrania en 2022 afectó las remuneraciones reales en ambos años, pero lograron una recuperación rápida, como se observa en el primer gráfico. Por ello, el índice se situó en septiembre de 2023 en el mismo nivel de marzo de 2021, el más alto alcanzado hasta ahora, y es superior al de marzo de 2020, al iniciarse la crisis pandémica. Ésta afectó fuertemente el empleo, pero no el promedio de las remuneraciones (el desempleo fue más intenso en las posiciones laborales con remuneraciones más bajas) y también se recuperó rápidamente en 2020, con aumentos hasta el segundo semestre de 2021. A partir de ese momento, se produjeron caídas sucesivas hasta el último trimestre de 2022, con una tendencia al aumento desde entonces.

Este es un factor determinante para el consumo de las familias, junto al empleo. Este consumo es, a su vez, el componente principal de la demanda agregada. El comportamiento reciente de las remuneraciones reales atenúa las perspectivas de recesión.


Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas.


5. La creación de empleo se desaceleró en el tercer trimestre

Las personas ocupadas aumentaron en el tercer trimestre en 0,1% respecto al segundo trimestre, en cifras ajustadas estacionalmente. Los crecimientos del empleo fueron mejores en la primera parte del año, con 0,9% y 1,0% en los dos primeros trimestres (ver el primer gráfico). En la comparación en doce meses se registró en el tercer trimestre de 2023 un aumento de 180 mil puestos de trabajo, un significativo incremento anual de 2,0%. En cambio, con datos hasta julio, el empleo que se registra directamente a través de los cotizantes dependientes por la Superintendencia de Pensiones, ha disminuido en 66 mil personas en un año, un -1,1% de los 5,7 millones que constituyen este universo de trabajadores. El corazón formal del empleo asalariado muestra, así, signos de debilidad desde principios de 2023, después de haber contribuido sustancialmente a la recuperación del empleo en la etapa posterior a la crisis pandémica. En esta dinámica, probablemente jugaron un rol los subsidios al empleo. Según el INE, el empleo informal disminuyó proporcionalmente en 12 meses, pasando de 27,1% a 26,7% del total de ocupados. El empleo formal creció en 2,6% y el informal en 0,6% anual. 



Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas.



La tasa de desocupación ajustada estacionalmente se situó en 8,8% de la fuerza de trabajo en el tercer trimestre, sin variación respecto al trimestre móvil anterior (sin corrección estacional alcanzó un 8.9%, una décima menos que en el trimestre móvil previo). Sigue siendo más alta que la de 8,6% del primer trimestre y de 8,4% del segundo trimestre del año, lo que se explica por una producción poco dinámica y el persistente mayor aumento de la fuerza de trabajo que el de la ocupación desde fines de 2022 (denominador y numerador de la tasa de desocupación, respectivamente). Hace un año, la tasa alcanzaba un 7,9% (ese fue también el promedio del año 2022) y hace cuatro años, en el tercer trimestre de 2019, un 7,2%. 

La tasa de desempleo anual se mantuvo en 2010-2019 en Chile en un rango de 6-8%, una situación algo mejor que en la década previa, con un rango de 7-10%. Desde la crisis de 2020, cuando el empleo cayó más que la producción y se produjo el brote inflacionario de origen externo, el pleno empleo se ha alejado aún más del horizonte de política. El resultado es que la economía chilena no funciona estructuralmente con una capacidad de crear una situación de pleno empleo de la fuerza de trabajo. En Japón, Estados Unidos y la Zona Euro, la tasa de desempleo fue en 2022 de 2,6%, 3,6% y 6,8%, respectivamente. 



Fuente: FMI, World Economic Outlook Data Base.



Desde mayo de 2021 se aceleró la economía y la creación de empleo, con la consiguiente vuelta de muchas personas al mercado de trabajo después del fuerte retraimiento por la pandemia. Este hecho positivo ha ocurrido, sin embargo, a un ritmo mayor que la creación de empleo, lo que ha impactado negativamente en la tasa de desocupación y también en el número de personas desocupadas, que alcanzó a 883 mil en el tercer trimestre de 2023 (a comparar con 773 mil hace un año). A ellos se debe agregar las 921 mil personas inactivas potencialmente activas (826 mil hace un año). 



Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas.



La tasa de ocupación respecto a la población de 15 años y más aumentó, por su parte, una décima respecto al trimestre móvil previo y llegó a 55,5%. Se debe comparar con el 54,9% registrado hace un año, lo que expresa una mejoría, pero no suficiente si se considera la tasa de ocupación de 62,9% lograda en el tercer trimestre de 2019, antes de la crisis social y de la pandemia. 

Este es el principal indicador del mercado de trabajo en el largo plazo. Por el momento, sigue reflejando un rezago considerable en la creación de empleo respecto a la población en edad de trabajar. El rezago suma más de 400 mil puestos de trabajo si existiera hoy una tasa de ocupación como la lograda hace cuatro años. La otra cara de la medalla es un aumento de la productividad: las personas que trabajan hoy (unos 9 millones, la misma cantidad que antes de la crisis) producen alrededor de un 8% más que hace cuatro años. El aumento del PIB se ha concentrado en bienes industriales y en servicios a las personas y empresas, con una minería que produce menos.

Recién en enero de este año se recuperó el nivel de empleo de enero de 2020, el mayor registrado previamente, más de tres años después. No obstante, en el tercer trimestre de 2023, por el efecto estacional, el empleo total es inferior a ese nivel (9,02 millones a comparar con los 9,12 millones de enero de 2020). Pero cabe subrayar que el empleo no se ha deteriorado en la coyuntura actual de desaceleración desde 2022 y ha tenido un buen desempeño en lo que va de 2023, aunque muestra signos de fragilidad. 


6. Aumentó el déficit en la cuenta corriente

El déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos (la balanza comercial más la balanza de las transferencias de ingresos del capital y del trabajo) aumentó a -4,7% del PIB en el tercer trimestre, después de un superávit de 1,5% en el primer trimestre y un déficit de -3,4% en el segundo, por un cierto deterioro de la balanza comercial y la estabilidad de las transferencias de ingresos de capital de la inversión extranjera. No obstante, las reservas internacionales han pasado de 39,3 mil millones de dólares en el primer trimestre a 41,4 mil millones en el tercer trimestre, lo que refleja la ausencia de problemas de financiamiento del déficit en la cuenta corriente gracias a los flujos de inversión extranjera directa y a los flujos de capital de cartera.


7. Sobre la política económica

La economía chilena sigue situada en una perspectiva anual de estancamiento, en un escenario optimista para el cuarto trimestre, o de leve caída, en un escenario pesimista para el desempeño económico en la parte final del año. 

Esto se vincula a la secuencia de aumentos de la tasa de interés de política monetaria del Banco Central desde 2021, que está diseñada para tener efectos contractivos en la inversión y el consumo de las familias. Su consejo aceleró las alzas de tasas con la llegada del nuevo gobierno y llevó mes a mes la tasa desde el 5,5% vigente en marzo de 2022 a un muy alto 11,25% en octubre de 2022, nivel mantenido hasta julio de 2023. El consejo empezó a bajar la tasa en su reunión de agosto de este año, llevándola a 10,25%, y luego a 9,5% en su reunión de septiembre y a 9% en su reunión de fines de octubre. Pero sigue siendo una tasa alta desde el punto de vista del control de la inflación y del equilibrio de la cuenta corriente. Por su parte, la política fiscal realizó en 2022, en medio del proceso constituyente, un inusitado ajuste del gasto público de 23%, conmedidas expansivas de baja magnitud desde entonces. El resultado ha sido un recesión evitable en la primera parte de 2022, pues hubo tres trimestres seguidos de caída del PIB, y luego un estancamiento y probable caída en 2023. 

La paradoja es, además, que la inflación sigue un curso asociado a los precios externos, en curso de desinflación -aunque la devaluación del tipo de cambio encarece las importaciones- más que a las políticas recesivas internas, por la naturaleza del brote inflacionario de 2021 y 2022. La inflación no tiene que ver en los últimos dos años solo con un brote de exceso de demanda, pues los factores que lo provocaron en 2021 fueron flujos por una vez (retiros desde cuentas de pensiones y transferencias fiscales a las familias por la pandemia). Un impacto significativo ha sido el traslado directo de los aumentos de precios externos a los consumidores chilenos y luego del impacto en los costos de los insumos importados que también fueron trasladados íntegramente a los consumidores, o más que íntegramente en los mercados oligopólicos (ver https://mgpp-usach.blogspot.com/2023/03/blog-post.html).

Los mecanismos de transmisión de la inflación externa son distintos de la inflación por exceso de demanda agregada frente a una oferta inelástica en el corto plazo, diagnóstico realizado por el Banco Central frente al aumento de demanda por una vez de 2021. La respuesta de la oferta fue bastante fluida e impactó menos en los precios que las presiones de costos de insumos importados. En los servicios de comunicaciones, incluso, el aumento de la demanda se acompañó de una disminución de los precios al consumidor, en una trayectoria en dónde la respuesta de la oferta fue más dinámica aún que el aumento de la demanda en un mercado con actores en competencia. Lo principal ha sido un brote inflacionario de origen externo, por los problemas de oferta en la salida de la crisis de COVID y luego la crisis de Ucrania, brote que no debía atacarse con una recesión interna del consumo y la inversión y que ha condicionado a la baja el desempeño del gobierno de Gabriel Boric por un grueso error de diagnóstico sobre las causas de la inflación. Dicho de otra manera, la tasa de inflación hubiera disminuido de modo probablemente semejante si el Banco Central no hubiera subido la tasa de interés más allá de 5% y se hubiera producido un ajuste fiscal más gradual.

Cabe insistir en que la autoridad monetaria nacional tiene poca o ninguna incidencia en la evolución de los precios externos, por lo que bajar la tasa de interés de política monetaria a un ritmo mayor que el iniciado en agosto se justifica porque la inflación ya transcurre a un ritmo inferior al 3% anual, especialmente la inflación subyacente (sin alimentos y energía), mientras el PIB y el empleo muestran, como hemos reseñado, signos de una eventual trayectoria de recesión.


Autor responsable: Gonzalo Martner.

Entradas populares