1. Una mayor actividad económica en noviembre
El Índice Mensual de Actividad Económica, corregido de efectos estacionales, registró en noviembre un aumento de 0,3% respecto al mes previo, luego de un estancamiento en octubre, cifra corregida al alza por el Banco Central.
El promedio trimestral móvil desestacionalizado del Imacec, indicador que aquí privilegiamos para observar la coyuntura -más allá de la comparación anual mes a mes y cuando no está aún disponible el PIB trimestral- registró en septiembre/noviembre un crecimiento de 0,4% respecto al tercer trimestre, un 1,6% en ritmo anual. En el tercer trimestre el PIB había crecido en 0,3% respecto al segundo trimestre.
Por su parte, el Imacec promedio de los primeros 11 meses del año 2023 es un -0,1% inferior al del mismo período de 2022. La economía chilena está situada en una perspectiva anual de estancamiento o de una leve caída. De enero a noviembre, ha aumentado la producción promedio anual de bienes (1,1%) y de servicios (1,3%), lo que se ha visto acompañado de una fuerte caída del comercio (-3,4%). Esta está vinculada a una caída del consumo de los hogares, que disminuyó en -5,7% promedio en los tres primeros trimestres de 2023 respecto a igual período del año anterior, lo que explica la caída agregada. No obstante, en el trimestre septiembre/noviembre esta última actividad ha mostrado un leve repunte.
Fuente: Banco Central de Chile.
Fuentes: Banco Central de Chile e Instituto Nacional de Estadísticas.
2. Una mayor creación de empleo en septiembre-noviembre
Según la encuesta de empleo del INE, se registró en el trimestre móvil septiembre-noviembre un crecimiento de 2,9% en la creación anual de puestos de trabajo, a comparar con el 2,1% del trimestre móvil previo. La creación de empleo en un año pasó de 184 mil a 253 mil. Descontando los efectos estacionales, el estancamiento del tercer trimestre dio paso a un incremento de un 0,7% respecto a ese trimestre. Estas son cifras alentadoras.
En cambio, las personas asalariadas registradas en la Superintendencia de Pensiones pasaron de 5,821 millones hace un año a 5,703 millones en el tercer trimestre de 2023 (último dato disponible). Desde el primer trimestre se han perdido unos 113 mil puestos de trabajo de personas cuyos empleadores declaran cotizaciones. Habían crecido en 399 mil en 2021 y en 69 mil en 2022, lo que alentaba una perspectiva de mayor formalización de la economía. Como el grueso de la creación de empleos según la encuesta del INE (menos precisa que el registro administrativo por el margen de error de toda encuesta) corresponde a la categoría de asalariados, entonces lo que habría no sería una pérdida de empleos de este tipo sino un aumento de la informalidad contractual. No obstante, la encuesta del INE registra una disminución de la informalidad de la ocupación.
El número total de ocupados empezó, siempre según el INE, a ser superior al nivel previo a la pandemia solo en el primer trimestre de 2023, luego de la expansión de la demanda interna en 2021, pero que se enfrió desde 2022 y que al parecer ahora repunta. El número total de dependientes registrados empezó, en cambio, a ser superior al nivel previo mucho antes, en junio-agosto de 2021, probablemente empujado por los subsidios al empleo, que requerían de una formalización contractual, y que ahora cae.
Entre tanto, la población en edad de trabajar y la fuerza de trabajo han seguido creciendo a un ritmo superior al del empleo. Esto explica que la tasa de desocupación, ajustada estacionalmente, se situara en septiembre-noviembre en un 9,0% de la fuerza de trabajo, un 0,1 punto porcentual superior al del trimestre móvil anterior. Esta tasa es más alta que la de 8,6% del primer trimestre y que la de 8,4% del segundo trimestre del año en curso.
Sin corrección estacional, la tasa de desempleo alcanzó en septiembre-noviembre un 8,7% de la fuerza de trabajo, 0,2 puntos porcentuales menos que en el trimestre móvil previo. Hace un año, la tasa de desempleo sin corrección estacional alcanzaba un 7,9%. Antes de la crisis de la pandemia, llegaba al 7,0% en el mismo trimestre de 2019 y hace una década llegaba al 5,9%. La actual tasa de desempleo de la fuerza de trabajo es cerca de 2 puntos porcentuales mayor que la de hace cuatro años y cerca de 3 puntos mayor que la de hace diez años.
En la coyuntura, el aumento de la tasa de desempleo respecto a 2022 se produjo en 2023 por el persistente mayor aumento de la fuerza de trabajo que el de la ocupación (denominador y numerador de la tasa de desocupación de la fuerza de trabajo, respectivamente). Se incrementó la búsqueda de una actividad remunerada por personas antes económicamente inactivas.
Está presente también otro factor. Desde la salida de crisis, el país produce más que antes, pues el volumen del PIB en términos reales es superior en más de un 7% al nivel anterior al inicio de la pandemia, pero con 9,138 millones de ocupados en vez de 9,045 millones previamente, es decir con solo un 1% más de trabajadores. Y con 5,703 millones de asalariados formales, en vez de 5,554 millones previamente, un 2,6% más.
Como se observa, la productividad agregada del trabajo ha aumentado, lo que no es un hecho negativo sino todo lo contrario. Pero el crecimiento y la recuperación del empleo no han sido suficientes para volver a una tasa de ocupación de la población en edad de trabajar (15 años y más) al menos equivalente a la del nivel previo a la crisis del covid 19. El desafío es aumentar la actividad y el empleo para seguir restableciendo la tasa de ocupación, que alcanzó solo a un 56,1% en septiembre-noviembre de 2023 (un 47,5%, en el caso de las mujeres) a comparar con el 58,4% del mismo trimestre de 2019. Acelerar el cierre de esta brecha es la gran tarea económica de 2024-25.
Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas.
3. Una inflación alta en noviembre pero que bajó en ritmo anual
El Índice de Precios al Consumidor (IPC) registró en noviembre, según el Instituto Nacional de Estadísticas, un alza mensual de 0,7%, luego de un 0,4% en octubre. Desde septiembre, el IPC mensual está al alza, impulsado por los precios de los bienes transables internacionalmente. No obstante, el dato en doce meses siguió moderándose y bajó a 4,8%, mientras el promedio mensual del IPC en el semestre móvil junio-noviembre se situó en 0,4%, equivalente a un 4,4% anual.
Entre las divisiones con aumentos en sus precios en noviembre destacaron el vestuario
y calzado (3,2%), el equipamiento del hogar (1,2%), los alimentos y bebidas no alcohólicas (1,0%) y el transporte (1,3%), especialmente el transporte aéreo. Los aumentos de precios de alimentos y transporte en conjunto explican un 0,4% del 0,7% del IPC del mes pasado. En todos los casos se trata de bienes cuyos precios dependen de los de sus insumos importados o directamente se trata de bienes de consumo final importados
, así como del tipo de cambio dólar/peso. En junio de 2022, el precio del petróleo Brent era de 120 dólares por barril, su mayor nivel en la salida de pandemia, luego bajó hasta 75 dólares un año después y ha subido a más de 90 dólares desde septiembre y octubre, para caer en noviembre, lo que repercutirá en el IPC de los próximos meses. Los precios de los alimentos han seguido bajando. Pero la devaluación del peso (que pasó de 800 pesos por dólar en junio a 926 pesos en octubre y luego retrocedió a 887 pesos en noviembre), ha encarecido en distintas proporciones todos los productos importados o que se producen con insumos importados.
En el caso de los alimentos, los precios de cereales, carnes, lácteos y oleaginosas fluctúan directamente con sus precios externos y el tipo de cambio, además de la presión sobre los precios al consumidor de los márgenes de las empresas oligopólicas que controlan estos mercados, que tienden, en la experiencia internacional, a ser reajustados al alza en períodos de mayores fluctuaciones de costos y precios. Las frutas y verduras, cuyos precios crecieron un 4,7% en el mes, están más vinculadas en producción y precios a las estaciones, a las lluvias y sequías domésticas y a las decisiones puntuales de productores e importadores, que en ocasiones producen escasez y especulación. Un caso particular está siendo el de la papa, cuyo precio aumentó un 7% en el mes y se ha duplicado en un año.
Pero lo esencial es lo que se observa en el gráfico: los precios de los bienes transables, es decir sujetos a comercio internacional (línea gris), han subido en promedio semestral -indicador que privilegiamos para obtener una visión con suficiente perspectiva temporal pero más cercana que la de un año atrás- por sobre el IPC tanto en octubre como en noviembre. Pero habían crecido mucho menos que el IPC promedio semestral entre marzo y septiembre, gracias a la desinflación de precios externos de combustibles y alimentos, lo que llevó a una desinflación interna. El IPC de los bienes no transables internacionalmente, esencialmente servicios, se situó en un 0,3% mensual promedio en el semestre.
Poco de esto tiene que ver con las decisiones del Banco Central. El peor momento fue la inflación anual de agosto de 2022, con un registro de 14,1%, después del inicio del brote inflacionario en enero de 2021 y de su aceleración por el impacto de la invasión a Ucrania un año después. El mayor impacto acumulado de aumentos de precios desde 2021 se ha producido en los de los alimentos y el transporte.
Hasta aquí, el IPC sin alimentos y energía, el indicador de base para apreciar la inflación tendencial, ha sufrido recientemente las repercusiones de "segunda vuelta" al alza del precio de los combustibles y de la devaluación del peso, pero se sitúa en un 0,2% mensual promedio en el semestre móvil junio-noviembre, equivalente a un 2,4% anual. Esta tasa es inferior a la meta oficial de 3% de inflación anual a 24 meses.
Fuentes: Banco Central de Chile e Instituto Nacional de Estadísticas.
4. Una nueva caída de las remuneraciones realesEn noviembre las remuneraciones reales cayeron en -0,6% respecto al mes anterior, luego de una disminución en octubre de -0,2%. En promedio trimestral, las remuneraciones reales cayeron un -0,1% en septiembre/noviembre respecto al tercer trimestre de 2023, luego de haber crecido en 1,9% en el primer trimestre, en 0,6% en el segundo y en 0,8% en el tercero.
El promedio del índice de las remuneraciones reales fue en enero/noviembre de 2023 un 1,7% superior al del mismo período del año pasado. Esto es positivo para los asalariados, pero también para la economía en su conjunto, pues contribuye al consumo de las familias, el principal componente de la demanda agregada, de la que depende en el corto plazo la producción y el empleo. La tendencia a la caída aparecida en la parte final del año debiera revertirse con el reajuste de remuneraciones del sector público pactado por el gobierno con los sindicatos, con efectos a partir de diciembre.
Las remuneraciones reales no disminuyeron en la crisis de la pandemia (crecieron en 0,6% en 2020) y luego presentaron un aumento hasta el primer trimestre de 2021 (crecieron en 1,0% en 2021). El brote inflacionario produjo una caída (disminuyeron en -1,8% en 2022), lo que se revirtió en la primera parte de 2023 con la menor inflación, pero con la mencionada contracción en septiembre/noviembre.
Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas.