Actividad, empleo e inflación en abril de 2024

1. Actividad económica: un crecimiento de 2,0% en enero-abril

Chile experimentó en 2019-2021 un desempeño económico equivalente al del mundo, uno más bajo que ese promedio en 2022 y uno mucho más bajo en 2023, superado, en este caso, por la media de América Latina y el Caribe, según los datos del Banco Mundial.

En cambio, el Producto Interno Bruto trimestral de enero-marzo de 2024, corregido de efectos estacionales y comparado con el trimestre anterior, registró un crecimiento de 1,9%, según las cuentas nacionales trimestrales calculadas por el Banco Central de Chile. Respecto al mismo trimestre del año pasado, el PIB creció en 2,3%, en contraste con el aumento de 0,2% del PIB en el año 2023.

Por el lado de la oferta, siempre en términos desestacionalizados, la aceleración del crecimiento del PIB se sustentó en las actividades de minería y también el comercio, transporte y servicios empresariales. Por el lado de la demanda, el consumo de los hogares, su principal componente, creció en un 1,1%, siempre en cifras desestacionalizadas, respecto al trimestre previo. El consumo de gobierno lo hizo en 4,7%, contribuyendo a salir del marasmo de 2023. Las variaciones de existencias fueron positivas. En cambio, la formación bruta de capital fijo se redujo en -0,1%, con la construcción cayendo en -0,3%. Las exportaciones crecieron en 1,9%, menos que las importaciones, que lo hicieron en 2,1%. El sector externo no contribuyó al crecimiento en términos netos. La balanza en cuenta corriente tuvo solo un pequeño déficit de -0,2% del PIB, una notoria mejoría respecto a los dos años previos.

El dato de coyuntura económica mensual más frecuentemente citado por la prensa y los comentaristas resulta de comparar el Índice Mensual de Actividad Económica registrado más recientemente con el del mismo mes del año pasado, lo que no siempre revela mucho sobre los procesos en curso. Doce meses atrás es lejano en el tiempo, mientras los dos puntos de comparación pueden estar, o no, fuera de tendencia. Tiene más sentido para la apreciación de la coyuntura a) utilizar el dato corregido de los efectos estacionales propios de diversas actividades; b) compararlo con el del mes inmediatamente anterior; c) calcular el promedio trimestral móvil, dato que promedia las fluctuaciones mensuales eventualmente volátiles, y compararlo con el inmediatamente anterior; d) comparar el promedio del índice en lo que va de año con el mismo periodo del año anterior y e) calcular el promedio mensual de crecimiento del año en curso y llevarlo a cifras anualizadas.

El Índice Mensual de Actividad Económica, corregido de efectos estacionales y comparado con el mes anterior, cayó en -0,3% en abril. Ya lo había hecho en -0,7% en marzo, después de haber crecido en 2,0% en enero y en 0,7% en febrero.

En términos trimestrales desestacionalizados móviles, la actividad registrada en febrero-abril fue un -0,1% inferior a la de enero-marzo. A su vez, el crecimiento de la actividad en los cuatro primeros meses del año es de 2,0% en comparación con el mismo período del año pasado (un 1,6% sin considerar la minería). El crecimiento promedio mensual de la actividad en los primeros cuatro meses es de 0,36% (un 0,24% sin considerar el sector minero), es decir un 4,2% anualizado, una cifra esperanzadora para la economía.

Sin embargo, las dos caídas consecutivas de la actividad económica de marzo y abril son preocupantes. La variación trimestral febrero-abril fue empujada a la baja en parte por la producción de bienes, que cayó en -0,1% respecto al primer trimestre del año, y sobre todo por la caída del comercio en -1,4%, mientras se produjo una expansión de 0,2% en los servicios. 

Esto podría reflejar una desaceleración del consumo de los hogares, que tiene un gran impacto en la coyuntura económica. Uno de sus principales determinantes, las remuneraciones reales, han aumentado en un 2,3% en doce meses, pero han caído en -0,2% en el trimestre móvil febrero-abril y en -0,5% entre enero y abril. Los asalariados han aumentado en 0,4% en el mismo período, por lo que la masa salarial ha experimentado una caída de -0,1% en enero-abril.

La interrogante que permanece es si se podrá salir sin sobresaltos de la secuencia de "desborde de la demanda" de 2020-21, que empujó el crecimiento y un aumento del déficit en la cuenta corriente, y luego de "ajuste ultra- ortodoxo", con resultados bajos en 2022, de estancamiento en 2023 y aún inciertos en 2024. Se supone que el ajuste monetario y fiscal extremo de 2022 era necesario para corregir los desequilibrios inflacionarios y de la cuenta corriente de la etapa previa, y preparar una nueva etapa expansiva. Esto es bastante discutible, dado el origen básicamente externo del brote inflacionario (ver https://mgpp-usach.blogspot.com/.../la-recesion-de-2023.html) y el carácter no permanente de los mecanismos que propulsaron por una vez el aumento de la demanda interna y de las importaciones en 2021. Luego de un empuje inicial por inflación importada y exceso de demanda, la inflación subió y cayó básicamente al ritmo de los precios externos de alimentos y combustibles, en el contexto de la fuerte integración de la economía chilena a la economía internacional y de la coyuntura de salida de la crisis de la pandemia con cuellos de botella de oferta y luego los efectos de la guerra en Ucrania.

Para sostener la actividad, y en tanto la inflación permanezca en un horizonte de 3% a 24 meses, el Banco Central debiera acelerar la baja de la tasa de interés de política monetaria, aún excesivamente alta. Alcanzó a 11,25% en 2022 y parte de 2023 y desde el 23 de mayo de 2024, luego de rebajas sucesivas, se sitúa en 6,0%. Esto es especialmente relevante para las constructoras y para las pymes, afectadas por la política monetaria restrictiva vigente. Junto a la baja ejecución de la inversión pública, esto llevó a la economía chilena al estancamiento y a un mal desempeño promedio comparativo en 2023.

Fuente: Banco Central de Chile.



2. Una creación de empleo dinámica hasta abril
La encuesta del INE sobre ocupación en febrero-abril registró un aumento del empleo de 3,7% anual (contra un 3,4% en el primer trimestre de 2024), la mejor cifra desde 2022. Se trata de 330 mil empleos adicionales en un año.

Según el INE, en el gobierno de Bachelet II se crearon 603 mil empleos, mientras en el de Piñera II solo unos 38 mil, con pandemia de por medio. En lo que va del actual gobierno se han creado unos 542 mil puestos de trabajo adicionales. El aumento del empleo público ha representado un 22,3% del total bajo la actual administración, proporción mucho menor a la de 257% durante el gobierno de Piñera II (que refleja que disminuyeron los empleos privados en ese período) y similar a la de 21,2% durante el de Bachelet II.
Como consecuencia de un aumento de la fuerza de trabajo de 3,5%, inferior a la del empleo, la tasa de desocupación alcanzó en febrero-abril un 8,5% de la fuerza de trabajo, una caída respecto al 8,7% del mismo trimestre del año pasado. La tasa de desocupación, sin embargo, había registrado un 7,0% de la fuerza de trabajo en 2019, antes de la crisis social y de la pandemia.
Si los datos se corrigen de los efectos estacionales, la tasa de desocupación pasó de 8,9% de la fuerza de trabajo en el cuarto trimestre de 2023 a 8,4% en febrero-abril. Se produjo un aumento desestacionalizado de 0,5% en la creación de empleo respecto al trimestre móvil previo y de 1,2% en el primer trimestre respecto al último trimestre de 2023.


Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas.


Estas son buenas noticias, a pesar de una cierta desaceleración, pero queda mucho camino por recorrer. Acercarse al pleno empleo supone al menos bajar del umbral de 5%, de lo que se está lejos. El crecimiento del PIB desde fines de 2020 ha llevado la producción a un nivel que es más de 7% superior al de antes de la crisis, pero el empleo no ha crecido al mismo ritmo y su recuperación no ha sido suficiente para volver a una tasa de desocupación como la existente antes de la pandemia.

La tasa de ocupación siguió avanzando y alcanzó a un 57,1% de la población en edad de trabajar (el total de ocupados en relación a la población de 15 años y más), a comparar con el 56,7% del cuarto trimestre de 2023. Pero sigue siendo inferior al nivel de 58,2% anterior a la pandemia. Un hecho a destacar es que la tasa de ocupación de la mujer está muy próxima a recuperarse respecto a los niveles pre-pandemia, y alcanzó un 47,8%.

Un dato que ensombrece el panorama es que las personas con ocupaciones informales representaron un 28,2% del empleo total, con un aumento de un 6,9% en un año, unas 171 mil personas adicionales. Había decrecido levemente a una proporción 27,3% durante el gobierno de Piñera II, fruto del retraimiento de la fuerza de trabajo durante la pandemia y gracias al aumento de los subsidios al empleo. Ahora muestra una "normalización negativa", que debe ser abordada con más incentivos a la formalización y más penalizaciones al incumplimiento de la ley, pero que en todo caso no es nueva sino estructural e inferior al 28,6% de la etapa final de Bachelet II.

Evolución de la ocupación

Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas.



3. La inflación subyacente a la baja

El nuevo IPC (que rige desde enero) se incrementó en abril en 0,5% respecto al mes previo, algo más que el 0,4% de marzo pero menos que el 0,6% de febrero. El promedio del IPC en el trimestre febrero-abril es también de 0,5% mensual. Para alcanzar la meta de 3% anual de inflación en un horizonte de 24 meses, se requiere llegar a un aumento del IPC de no más de 0,25% promedio mensual, por lo que el resultado del trimestre más reciente nos mantiene lejos de esa perspectiva.
No obstante, el IPC sin alimentos y energía (SAE) es la medida que cabe observar preferentemente para evaluar la inflación subyacente y orientar la política monetaria doméstica más allá de los precios más fluctuantes incididos por la coyuntura externa. El IPC-SAE aumentó en abril en solo 0,3%, una cifra más acorde con la meta a alcanzar. El IPC-SAE, además, viene a la baja, pues había registrado aumentos de 0,6% y 0,5% en los dos meses previos. Los precios promedio mensuales de los alimentos en el último trimestre no variaron, e incluso se produjo una caída de los precios de las frutas y verduras. En cambio, los de la energía lo hicieron en 1,8%, empujando el IPC general a la mencionada alza promedio de 0,5% mensual. También incidió el IPC de la vivienda, que aumentó en 0,8% promedio mensual en el trimestre, y el de los servicios, que aumentaron sus precios en 0,7% en el mismo período. El IPC de los bienes y servicios que no son objeto de comercio internacional, cuya evolución es más sensible a la demanda interna, varió en el mes en la misma cifra que el IPC-SAE y ha registrado, igualmente, una tendencia a la baja en el trimestre.


Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas.


Por su parte, el peso se devaluó frente al dólar un 3,8% en enero, un 6,1% en febrero, un 0,5% en marzo, mientras se revaluó en un -0,8% en abril, suavizando levemente su impacto previo al alza en los precios de los bienes importados.

Para medir la inflación, desde enero de 2024 el INE utiliza una nueva canasta del consumo promedio de los hogares, que reemplaza la de 2018. Proviene de la IX Encuesta de Presupuestos Familiares realizada entre octubre de 2021 y septiembre de 2022, que evaluó las ponderaciones de las cantidades consumidas por los hogares de 283 productos, aplicando los precios promedio de 2023. Las cantidades consumidas identificadas por la encuesta con los precios de 2023 son ahora la base cero del cálculo de la variación sucesiva del índice de precios mensual para los próximos cinco años. Las principales "divisiones" (grupos de productos) son ahora "alimentación" (22% del gasto promedio de los hogares), "vivienda y servicios básicos" (17%), "transporte" (13%), seguidas de "información y comunicación", "restaurantes y alojamiento" y "equipamiento y mantención del hogar" (con alrededor de 6% cada una), las que en conjunto representan el 70% del consumo total de un hogar promedio.
A su vez, a partir del IPC, el Ministerio de Desarrollo Social y Familia calcula el valor de la Canasta Básica de Alimentos, la que registró una variación de 0,3% con respecto al mes anterior y alcanzó un valor mensual de $67.489 en abril. La variación acumulada en 2024 es de -1,7%, mientras en doce meses llega a 5,4%. Por su parte, las líneas de pobreza y de pobreza extrema por persona equivalente alcanzaron valores de $229.715 y $153.143, respectivamente, con una variación de 0,5% en lo que va de año y de 4,3% en doce meses.



Autor responsable: Gonzalo D. Martner.


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